Me levante de una camilla una noche muy lluviosa, sonaban
truenos muy cerca de mi, yo me asustaba, nunca había escuchado esos ruidos. Me
miré los pies, tenía las uñas de un color repugnante y me olían muy mal. Salí
de a habitación sin ningún propósito, simplemente porque me diera un poco el
aire. No encontré a nadie por el camino, las luces de las farolas no estaban
encendidas porque la tormenta había provocado un apagón. Me aburría tanto en
esta ciudad fantasma que me volví a casa. Me puse el pijama y fui al baño. Al
mirarme en el espejo no me reconocía, tenía un aspecto totalmente diferente,
ahora entendía por qué tenía los pies tan extraños y mal olientes.
SANDRA FERNANDEZ
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